Caro Augusto,

pasaron muchos episodios desde la selección de este "Trianón" que tal vez no sea el primero porque, como dijo en su momento Peitopheles de Nonnanita, "el hombre siempre vive en un trío". Y, como suele suceder con los cuentistas callejeros, al menos en el Rosario de mi infancia, las frases que quedan impresas en la memoria lúdica de los pantalones cortos y las medias Carlitos caídas, los zapatos Gomicuer y los trompos camambú de punta afilada, se visten de sentido al cabo de la desnudez de muchos años.

Ya adolescente, o más, no lo recuerdo, entendí lo del trío. Aunque hoy tal vez la explicación sea una mezcla de aquellas reflexiones del viejo relator pasadas por el desfiladero de una amalgama de recuerdos.

Va de todos modos como sale: "el hombre siempre vive en un trío, ya sea porque estando en pareja se imagina que la mujer es otra o porque él mismo se imagina otro para esa mujer, y para él mismo, en ese momento de la entrega".

En cierta ocasión, una amiga que dedicaba sus esfuerzos a la astrología, me dijo que esa reflexión se complicaba con los geminianos. Yo, que no le pedí explicaciones, me imaginé a los gemelos duplicando el trío y, ya puestos a asociar con una moderada libertad, ilustré aquel comentario con cinco personas solapándose en un sinfín de posibilidades mientras la vida transcurría fuera del encuadre. Porque el trianón de marras es un momento complejo, creo, o simple, también creo, en el que uno es tres: el que es, el que cree que es y el que le gustaría ser, mezclándose en un remolino que, en mi caso, tiende a ser de colores.

Todo esto, naturalmente, no lo confesaré en público porque en ese caso la boca que habla no sabe a cuántas orejas dirige sus palabras y es una impertinencia para la comunicación en general y el diálogo en particular.
Sin embargo, creo que Peitopheles tenía razón, y por eso, cuando lo pinté, a Peitopheles quiero decir, lo hice en tonos oscuros, entre negros y amarronados, y recién entonces lo colgué entre todos esos personajes que él consiguió penetrar desde sus relatos memorables, convencido de que se merecía un cierto punto de apoyo diferencial desde el cual otear tanto paisaje fauvista.

“Trianón”, uno o varios, forma parte de esa fábula que recorre la biografía como una serpiente que jamás se muerde la cola. Quiero decir que es posible que vuelvan más trianones con su mensaje múltiple. Aunque su utilidad sea, cuando menos, polémica.
Un abrazo.

Pablo.